jueves, 29 de octubre de 2009

La Eneida

Libro IV




La Reina Dido, gracias a la acción de Cúpido, se enamora de Eneas y esos sentimientos se los cuenta a su hermana Ana. Ella le recomienda dejar fluir ese amor, pero ella aún recuerda a su difunto esposo Siqueo. Cuando Juno se dio cuenta de todo ello, se alió con Venus para conseguir que Eneas se enamore también de ella. Su objetivo era que Eneas se quede allí para siempre. Venus accede. Cuando Eneas y Dido salen de caza, hay una lluvia y ellos se esconden en la misma cueva y allí se aman.
Llega esto a los oídos de Júpiter y, temiendo que Eneas detenga su viaje, envía a Mercurio para que le recuerde al troyano que su destino es fundar Roma. Ya Eneas estaba armando una gran ciudad con Dido y al recibir este mensaje no sabe cómo decírselo a Dido. Atina a mandar a Sergesto, Seresto y Mnesteo que preparen sigilosamente la escuadra. Dido se entera y enfrenta a Eneas. Éste se defiende hablando de su destino, pero ella no acepta esa excusa. Con todo, le permite irse.
Mercurio se le presenta nuevamente al troyano para que apure su partida. Eneas, entonces, parte inmediatamente con sus hombres. Dido, engañando a los suyos que hacía unas libaciones, se suicida.

La Eneida


Libro III



Eneas huye con los suyos primero hacia la ciudad de los Tracios, que eran sus amigos. Sin embargo, el alma de Polidoro les dice que el Rey de Tracia estaba a favor de los griegos. Se dirigen entonces donde el rey Anio. Allí escuchan de los oráculos de Apolo que han de fundar una nueva ciudad donde vivieron sus descendientes. Anquises piensa que se refiere a Creta, donde nació su ascendiente Jove, y allí se dirigen. Allí fundan la ciudad de Pérgamo.
Sobrevino una peste y Anquises pide a Eneas que escuche nuevamente el oráculo de Apolo. Sin embargo, esto no fue necesario, pues en sueños se le dijo a Eneas que las tierras a las que se refería Apolo eran las de Italia o Lacio. Anquises recuerda que allí nació su ascendiente Dárdano y deciden viajar a esos lugares.


Se dirigen a las islas del mar Jónico. Allí tienen un encuentro con Celeno y otras arpías. Los troyanos comen de sus rebaños y entonces ellas les atacan. Ellos se defienden fieramente y por ello Celeno le vaticina que sufrirá hambre cuando llegue a Roma. Tras unos viajes, Eneas se entera que Heleno, hijo de Príamo, reinaba en una ciudad cercana – pues se había casado con la viuda de Pirro – y hacia allí se dirigen. Ven allí también a Andrómaca. Heleno le predice que llegará a Italia, pero para entrar en ella tendrá que sufrir un poco, pues allí habitaban griegos. Le dice que debe cuidarse también de Caribdis y Escila. Le aconseja que implore el numen de Juno y que escuche los oráculos de la Sibila.
Continuando su viaje, pasaron por el promontorio de Ceraunio y llegaron pronto a Italia. Se dirigen, sin embargo, a las costas de los cíclopes. Allí se encuentran con un griego, Aqueménides, que Ulises había abandonado quien les pide que lo lleven con él y les aconseja escapar pronto. Ya venían los cíclopes a atacarlos, pero no fueron alcanzados. Pasan por Ortigia y luego por el puerto de Drépano, donde llega la muerte a Anquises. Eneas termina su relato.


La Eneida

Libro II



Eneas comienza a narrar desde el final de la guerra de Troya. Cuenta cómo los griegos supuestamente les regalaron un caballo de madera como muestra de paz. Tras unas discusiones – en las que muere Lacoonte por las serpientes de Poseidón, pues decía que el caballo era una trampa –, finalmente los troyanos introdujeron el caballo en su ciudad y comenzaron a festejar el supuesto fin de la guerra. En realidad, dentro del caballo estaban caudillos griegos como Ulises y Neoptólemo. Cuando los troyanos estuvieron embriagados, ellos salieron del caballo, hicieron estragos y abrieron las puertas de la ciudad al resto del ejército. Eneas ve en sueños a Héctor. Éste le pide que huya para restaurar Troya en otro lugar, pues ya nada podía salvarlos.
Eneas, sin embargo, combate a los griegos sin mucha suerte. Pirro da muerte a Príamo.
Venus también le aconseja a su hijo que huya con sus hombres y su familia. Eneas se va a buscarlos y su padre Anquises se rehúsa a huir. Entonces, cuando Eneas se disponía a volver al combate ven un augurio de Júpiter. Así Anquises acepta huir. Cuando corrían hacia el templo de Ceres, Creúsa – esposa de Eneas – se quedó atrás y nunca la volvieron a ver. Ya en el templo, se reúnen con otros troyanos que también acompañarían a Eneas en su viaje.

jueves, 22 de octubre de 2009

Los comienzos de la literatura griega




1. LOS COMIENZOS DE LA LITERATURA GRIEGA.



Los poemas más antiguos de la literatura griega (y de toda la literatura occidental) son la Ilíada y la Odisea, fechados en el siglo VIII a. de C. y atribuidos a Homero.
Sin embargo, estos poemas, que para nosotros representan un comienzo, hay que considerarlos más bien como la conclusión de un largo desarrollo, de una larga tradición de poesía épica anterior a Homero de la que no se ha conservado nada.
Esta poesía épica anterior a Homero era de composición oral. Se trataba de canciones en honor de los héroes de épocas pasadas, que se consideraban mejores que el presente, canciones que se mantenían vivas gracias a la exposición oral de los rapsodos o cantores.
Los rapsodos no cuentan con un texto prefijado, sino que crean su canción de nuevo en cada oportunidad. El cantor está simplemente provisto de dos cosas: el conocimiento de las leyendas de su pueblo, y un aparato de fórmulas fijas, que incluyen el adjetivo tópico, expresiones invariables y escenas características que se repiten una y otra vez (bodas, funerales, preparativos de viaje... ). Este material de poesía épica oral constituye la fuente de Homero.

2. HOMERO Y LOS POEMAS HOMÉRICOS.

Homero (siglo VIII a. C.) es el más antiguo y el más celebrado de los poetas griegos. Las leyendas que rodean su origen plantean numerosas dudas incluso sobre su misma existencia y la autoría de las obras que se le atribuyen. Probablemente fue un rapsodo, y, como tal, conoció algo de mundo, mas un rapsodo íntimamente vinculado a las cortes principescas de su tiempo; no se ha dado la solución a la contienda de las siete ciudades que aseguran que nació entre ellos, y resulta dudoso si su nombre originario fue Melesígenes y tomó, al quedar ciego, el nombre de {Omhro".
En cualquier caso, le es atribuida la autoría de la Ilíada y la Odisea. Se trata de dos poemas épicos compuestos cada uno de ellos por 24 libros o cantos, que constan de un número de versos entre 450 y 900. Las dos epopeyas hacen referencia a relatos de la edad heroica y tienen como trasfondo la Guerra de Troya.
La Ilíada narra un episodio de la Guerra de Troya, provocado por la cólera de Aquiles, el más valeroso de los guerreros griegos, quien, ofendido por el rey Agamenón, jefe del ejército griego aliado contra Troya, que rapta a una joven prisionera a la que él ama, rehúsa combatir y se retira a su tienda.

3. HESÍODO (siglo VIII a. C.)

Homero y Hesíodo están unidos por la métrica, el lenguaje épico y la tradición rapsódica, pero son muchos más los elementos que los separan: geográfica y socialmente pertenecen a ámbitos totalmente diferentes. Hesíodo crece en Beocia, y esta región de Grecia central, con su aislamiento campesino, su riqueza en tradición antiquísima y su peculiaridad tosca y vigorosa, influyó de manera decisiva en su carácter y su poesía.
El mundo de Hesíodo no es el mundo de los terratenientes nobles, sino el mundo de los pequeños campesinos y su dura lucha por la existencia.
Hesíodo conoció la poesía homérica a través de los rapsodos errantes; aprendió el oficio de los rapsodos para convertirse más tarde en uno de ellos, si bien no realizó nunca largos viajes. Al formar parte del círculo de los rapsodos, sus poemas fueron transmitidos pronto de manera rapsódica.
Aparte de otras obras de atribución bastante dudosa, han llegado a nosotros dos poemas con la autoría de Hesíodo: la Teogonía y los Trabajos y Días.
En la Teogonía la línea principal del desarrollo está dada por la sucesión de las tres deidades que han gobernado el mundo: Urano, Cronos y Zeus. El cambio de poder ocurre de manera violenta. Cronos corta los genitales de su padre Urano, y llega de este modo al poder. Como Cronos devora a sus hijos, su esposa Rea aparta a Zeus, que acaba de nacer, y lo oculta en Creta, donde se va preparando para convertirse en el futuro amo del mundo. En su lucha contra los titanes se apodera definitivamente del trono.
Pero una gran cantidad de elementos rodea este núcleo de la sucesión: cosmogonía, uniones y descendencias, representación de las cosas y las fuerzas de este mundo.
Los Erga, conocidos también como Trabajos y Días (a pesar de que el agregado referido a los días no debe ser atribuido a Hesíodo), son poesía didáctica: vienen a ser un manual dedicado a Perses, hermano del poeta, un mal administrador que está muy necesitado de consejos sobre las faenas del campo. El poema describe el año del labrador en Beocia, contado por un hombre que sabía mucho de este oficio. Esta sabiduría de campesino con algunos cuentos sabrosos.
El núcleo del pensamiento de Hesíodo lo constituye la lucha que tiene lugar en su alma entre la valoración pesimista de este mundo y la fe devota en normas de un valor absoluto. El esfuerzo y la molestia son propios de la existencia humana, pero Zeus ha concedido al hombre un instrumento para escapar de la lucha de aniquilación de todos contra todos: la justicia.

jueves, 8 de octubre de 2009

La Eneida

Libro I

Juno, sabedora del destino de gloria que les viene a los troyanos – quienes fundarían el Imperio Romano-, intenta impedir que lleguen a Italia. Para ello pide a Eolo que con sus vientos, les haga naufragar. A cambio le ofrece una ninfa por esposa. Éste acepta y los troyanos terminan dispersándose en el mar. Neptuno percibe lo que Eolo ha hecho, y se siente injuriado, pues el océano es su imperio. Entonces ayuda a los troyanos a llegar a las playas de Libia, pero no llegan todos juntos, sino en dos grupos.
Mientras tanto, Venus, madre de Eneas, intercede por la suerte de los troyanos ante Júpiter. Éste le recuerda que el destino de Eneas es fundar Roma y que eso no cambiará. Predice, asimismo, algunas hazañas de los descendientes de Eneas y su hijo Iulo. Eneas se dispone a reconocer las tierras a las que ha llegado y se acompaña de Acates. Venus se le presenta bajo la figura de una virgen espartana y les informa que las tierras donde están son de la reina Dido. Su esposo Siqueo había sido asesinado por su hermano Pigmalión y entonces ella huyó y formó una ciudad en esas tierras que compró.Eneas se dirige a la ciudad y cuando llega ve a los compañeros que había perdido que también llegaron a pedir hospitalidad a Dido y que les ayude a buscar a su caudillo Eneas. Entonces éste se presenta y la reina Dido los acoge. Venus, buscando que Dido trate bien a Eneas, pide a su hijo Cupido que reemplace a Iulo y produzca en Dido amor por Eneas. Éste accede. En la reunión, Dido pide a Eneas que cuente sus desgracias
AUTOR: Carolus Castaño

Prometeo y Pandora






Todas las religiones y mitologías mantienen estrechas similitudes, ya sea en la trama de los relatos a través de los cuales cada civilización da interpretación al devenir humano y del cosmos, en las actitudes de los personajes que en ellos intervienen, en los motivos temáticos o mitemas que los configuran, etc.

En el mito griego de Prometeo y Pandora se pueden encontrar, por ejemplo, un sinfín de elementos paralelos en leyendas pertenecientes a otras culturas. El papel que juegan ambos personajes está claramente representado por figuras que simbolizan el origen de los males para la humanidad y la hybris, o excesos humanos, castigada por los dioses. En este trabajo se dan algunos ejemplos comparativos de ambos personajes en fábulas de origen diverso, así como la sorprendente similitud que existe en los relatos mitológicos centrados en el origen y repercusiones del descubrimiento y obtención del fuego por parte de los humanos.

Orígenes de la destrucción y el mal. La figura de Pandora.
Para explicar la aparición del mal en el mundo, sobre todo de la muerte y las enfermedades; muchos relatos nos remiten a la aparición de la primera mujer, a actos contra los dioses por parte de estas,…En mayor o menor grado de culpa, la mujer es el origen del mal, o eso nos quieren dar a entender los antiguos mitos, según el peso de las sociedades patriarcales en las que surgieron. A continuación expondremos los ejemplos más significativos.
La mitología griega nos presenta el mito de Pandora, la primera mujer; en el que se explica cómo Zeus envía a Epimeteo, hermano de Prometeo, a Pandora con una jarra sellada como venganza por darles el fuego a los humanos. Ésta, llena de curiosidad, la abre y libera todos los males que contiene sobre el mundo, quedando sólo en la jarra la esperanza.
Los maoríes de la Polinesia explican también el origen de la muerte con la creación de la primera mujer. Tane, dios de las selvas y los árboles, formó a la primera mujer con arena de la isla Hawaiki, ella le dio una hija llamada Hine-titama o Doncella del Alba y el dios se casó con ella también, porque ésta no sabia que era su padre; al descubrirlo huyó a los infiernos. Tane la persiguió, pero la muchacha le dijo que “había cortado el cordón del mundo” y que a partir de entonces permanecería en los infiernos y empujaría a los hijos humanos de Tane al reino de la oscuridad.

También un mito de los Inuit relaciona la muerte con la figura femenina. Aunque este lo justifica como una “necesidad ecológica”; antes no existía la muerte y la gente rejuvenecía periódicamente, pero la población aumento tanto que la tierra corría riesgo de volcarse y arrojar a todos al mar; así que una anciana pronunció unas palabras mágicas para conjurar la muerte y la guerra, de forma que el mundo se aligeró y se evitó la catástrofe mundial.

En el sur de Sudán, el pueblo ganadero de los dinka, cuentan que en el principio de los tiempos, el Gran Dios daba un grano de mijo al día a una pareja, Garang y Abuk, suficiente para satisfacer sus necesidades, pero Abuk, la mujer codiciosa, decidió plantar más mijo y mientras cavaba golpeó al dios con el extremo del azadón. La deidad se enfureció tanto que se alejó de la humanidad y envió un pájaro azul para que cortase la cuerda que unía el cielo y la tierra. Desde aquel momento los humanos tienen que trabajar para procurarse alimento y están sujetos a la enfermedad y la muerte.

La mayoría de estos mitos, que relacionan a la mujer con el origen del mal, muestran a las féminas como seres vanidosos, testarudos, codiciosos, vengativos, curiosos, etc.… En resumidas cuentas, una lista interminable de atributos descalificativos que justifican, de alguna manera, el que ellas sean el origen de enfermedades y de la propia muerte. Una de las explicaciones más extendidas es que los patriarcados de estas sociedades muestran a la mujer como un ser débil subordinado siempre al poder del hombre, y con el peso de los antepasados mitológicos tan presentes en estos momentos, utilizaban la descalificación de la mujer como forma de dominación; ya que si siempre, desde estos antepasados mitológicos, se había actuado así, y el patriarcado ejercía tanto poder, resultaba casi imposible que alguna mujer se rebelara.



Diferentes versiones del robo del fuego.

Generalmente el robo del fuego se atribuye a un gran héroe astuto que logra engañar a sus superiores, dueños legítimos del fuego. En toda América, gracias a las tribus indígenas y a la importancia que su tradición le da a la naturaleza, vemos que existe una gran intervención de animales en todos los mitos, no sólo en los orígenes del fuego.

Entre las tribus de las selvas amazónicas se cuenta que los primeros seres humanos no conocían el fuego y comían carne cruda. Hasta que un día, un joven queda atrapado en un árbol en medio de la selva y es rescatado un jaguar que lo lleva a su guarida, donde el muchacho ve fuego y come carne cocinada por primera vez. Roba un tizón de la hoguera y así introduce el fuego y los alimentos cocinados en la sociedad humana.

En las islas Gilbert, en el Pacífico Occidental, se dice que el origen del fuego es el mismo sol. En este caso, fue el héroe Bue quien consigue atrapar un rayo del propio sol cuando este se despista y lleva el fuego a los humanos.

En otras regiones de Oceanía se atribuye a Maui el robo del fuego, para dárselo a la guardiana de los infiernos, Mahui-ike. Este mito nos presenta a Maui como un hombre que se burla de las convenciones sociales, nos cuenta sus innumerables peripecias desde recién nacido (donde encontramos una gran similitud con Moisés), entre ellas la obtención del fuego; cuando una inundación acaba con el fuego de su pueblo, Maui se encamina a la morada de su antepasada Mahui-ike, de cuyas uñas nace el fuego. Ella le entrega una para que la lleve a los suyos, pero el astuto Maui la apaga, y vuelve a por otra. Repite la operación hasta que a Mahui-ike sólo le queda una uña, que tira al suelo provocando un incendio. Maui convoca a la lluvia para apagarlo y su antepasada logra salvar algunas chispas lanzándolas a los árboles; así la gente aprendió a hacer fuego con leña.

Un mito trasmitido por los indios cherokis de Norteamérica narra como varias aves y serpientes tratan sin éxito de obtener el fuego que los dioses guardan en un sicomoro de la isla; hasta que un día la Araña del agua logra coger un tizón de la hoguera de los dioses y dárselo a la humanidad.

La obtención del fuego en muchas mitologías en atribuida a un hombre joven y fuerte, generalmente un guerrero importante de la tribu que ya tiene su papel de héroe antes de realizar esta nueva hazaña. Para obtenerlo debe enfrentarse a un peligro, que subraya el riesgo desinteresado de la gesta, como puede ser a uno de esos antepasados mitológicos que veíamos antes, a un animal salvaje, o incluso, en la mayoría de los casos, a los propios dioses. En muchas de las culturas americanas y africanas, este valeroso hombre está representado por un animal muy fuerte o muy astuto, en ocasiones ambas, ya que su mayor cercanía con la naturaleza y su mayor permanencia en ella por las tardías colonizaciones ha dejado una huella bastante profunda en estas sociedades. También debemos tener en cuenta que en muchas y diferentes culturas, se asociaba el alma de un individuo o de un grupo con un animal guardián y protector, que conocemos como animales totémicos y que muchas veces representaban el origen del clan (se creía que descendían de determinado animal), por lo que se atribuía a la persona o grupo los atributos del tótem que les pertenecía. Esta puede ser una de las causas de esta personificación de animales como guerreros fuertes que luchan contra peligros para obtener el fuego de los dioses.


Héroes insumisos. La figura del embustero. Prometeo sublevado ante Zeus.

Vemos que en muchas mitologías existe una relación bastante significativa entre el héroe cultural y la figura del embustero, un personaje de carácter astuto y cínico que utiliza el ingenio para conseguir lo que quiere. Puede establecerse su equivalencia con nuestro género picaresco, pero a nivel mitológico. Vemos que muchos utilizan esta astucia para sublevarse contra los propios dioses, lo que les acarrea en diversos casos una serie de castigos con imágenes similares.


Comencemos este apartado, cómo no, con la figura de Prometeo. Titán venido a menos por haber dado fuego a los humanos en contra de la voluntad de Zeus, y condenado por ello a estar encadenado y clavado a una roca mientras un águila le arranca el hígado (que por las noches se regenera) día tras día. Ejemplo claro de la figura del embustero que comentábamos antes, junto con los siguientes ejemplos.

Eshu (llamado así sobre todo en los poblados yorubas, aunque el nombre varía según el poblado) es el responsable de todas las disputas entre dioses y humanos según la mitología de África occidental. Encontramos varios relatos diferentes de la misma historia. Uno de ellos cuenta que Eshu le dijo al Gran Dios que alguien iba a robar en su huerto. Esa noche, el mismo Eshu se coló en casa del Gran Dios y, apropiándose de sus sandalias robó todas las batatas del huerto. Cuando el Gran Dios se dio cuenta de que había sido Eshu quien utilizó sus sandalias para robar en su propio huerto e incriminarle, le obliga a subir todas las noches al cielo para contarle lo que ha ocurrido durante el día en el reino humano.

En Japón podemos mencionar la figura de los Kitsunes, aunque es necesario recalcar que no hay una similitud total entre este tipo de personajes y la figura del héroe subversivo, sí podemos clasificarlos como embaucadores que se ocupan de los mensajes de los dioses, lo que recuerda el mito anterior.
Los Kitsunes son espíritus del bosque con forma de zorro, que protegen las aldeas. El nivel de conocimientos de estos varía según su edad y sus experiencias, hasta llegar al Kitsune más sabio, que es el de nueve colas. En ocasiones se presentan como seres traviesos o incluso malévolos. Entre sus trucos está llevar a los viajeros por un camino errado con forma de fuego fatuo, confundir a su objetivo con ilusiones o visiones, seducir mujeres, robar comida, humillar al arrogante o vengarse con insultos. Son los mensajeros de Inari, el dios shinto del arroz.

Loki es el dios timador de la mitología nórdica, es descrito como el "origen de todo fraude" y se mezcló con los dioses libremente llegando a ser considerado por Odín como su hermano hasta el asesinato de Baldr, el segundo hijo de Odín. Tras esto los Æsir (los dioses que forman el panteón de la mitología nórdica, que habitan en Asgard) lo capturaron y le ataron a tres rocas. Se liberará de sus ataduras para luchar contra los dioses en el Ragnarök (literalmente "destino de los dioses"), que es la batalla del fin del mundo.

Encontramos otro ejemplo claro en la misma mitología griega, donde Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres, pero también avaro y mentiroso. Recurrió a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, para incrementar su riqueza. En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. Según algunos, había revelado los designios de los dioses a los mortales. De acuerdo con otros, se debió a su hábito de atacar y asesinar viajeros.

En la figura de Sísifo vemos un personaje muy parecido a Prometeo. Un hombre que sufre un castigo interminable y repetitivo, por la ira y venganza de los dioses por transmitir información divina a los mortales, aquí tenemos en mente obviamente la profecía que Prometeo cuenta sobre el hombre que derrocará a Zeus.

Apreciamos gran simbolismo en el hecho de que estos castigos impliquen sobre todo, subidas y bajadas. Tanto Eshu como los kitsunes deben subir y bajar del cielo para informar a los dioses, y Sísifo está condenado a subir y bajar la ladera eternamente. Esta misma imagen la ejerce el águila de Prometeo, que se aleja durante la noche y vuelve al alba.

Es bastante importante este carácter cínico que presentan la mayoría de los héroes mitológicos. Para ellos es necesario tener contentos a los dioses antes de su gran hazaña para que no haya rencor que les aumente el castigo, y a la vez, deben ser bastante espontáneos y embusteros. Toda esta serie de adjetivos podrían describirnos a personaje malvado, o por lo menos, del que hay que desconfiar; pero realmente en mitología nos relatan a los llamados héroes insumisos. Esta definición se debe a que en toda cosmogonía los dioses presentan la versión bondadosa y la malvada o castigadora; y para contrarrestar la astucia malvada de los dioses debe existir un héroe astuto que se atreva a hacerle frente. Todas esas mentiras y actitudes cínicas son en realidad una coartada para tratar de eludir la ira de los dioses y su consiguiente castigo, del que, por otra parte, pocos consiguen huir.

La infinidad de mitos y leyendas que existen nos muestran, en conclusión, una imagen común del mundo. Todos nuestros mitos varían los nombres de los personajes, el lugar y otros detalles mínimos que no intervienen a la hora de señalar ese tinte moral y didáctico que mora en todas y que hace que no nos demos cuenta que todas las historias son la misma con diferentes nombres, y por supuesto, todas nos cuentan lo mismo, la historia de nuestro mundo, de su funcionamientos y sus descubrimientos a través de los ojos de nuestros antepasados.




Autor: Antonius Jimenez.


Editor: Borghia Carmona.